Black Panther: Wakanda Forever – Enfrentando los traumas de la pérdida y la colonización

Mucho se habla de las películas de superhéroes como escapes fantásticos de la realidad. Entre los personajes con poderes asombrosos, las increíbles escenas de acción y la lucha entre “los buenos” y “los malos”, es fácil considerarlas como simple “entretenimiento de popcorn”. Aunque algunas sí lo son, otras utilizan el género para explorar temas profundos y complejos de la vida que enfrentamos a diario. Este es el caso de Black Panther: Wakanda Forever, entrega que estrenó esta semana en los cines de Puerto Rico.

A este punto se conoce bastante de las dificultades que ha enfrentado esta producción, pero es meritorio recordarlo para apreciar el producto final que se ha logrado. Luego de un gran éxito con el primer filme de Black Panther en 2018, el mundo entero se consternó ante la terrible pérdida de su intérprete titular, Chadwick Boseman, quien luchó de manera silenciosa contra un cáncer de colon hasta lamentablemente sucumbir ante él en el 2020.

Antes de esto, ya el director y co-escritor de la primera película, el inmensamente talentoso Ryan Coogler, tenía preparado un libreto complejo centrado en el punto de vista del Rey T’Challa, personaje que interpretaba Boseman. Su pérdida representó un gran reto para reconfigurar la secuela que se tenía programada, pero el desafío no era mayor que el enfrentar la inesperada muerte de un compañero tan querido y admirado por toda la producción. La única manera de proceder con el proyecto que parecía apropiado para cada miembro era enfrentando su proceso de duelo a través de la película y convertirla en un homenaje para el fallecido actor.

Esto se dice de manera más fácil de lo que se puede lograr. Hacer una película de por sí es un reto enorme, pero lograrla dentro de un universo cinematográfico donde es necesario mover la historia hacia delante, pero esta vez enfrentando una tragedia real y a la vez honrando al compañero perdido parecería una encomienda imposible de lograr, pero el equipo de producción de Wakanda Forever lo logra de una manera admirable.

La trama del filme se centra en la hermana de T’Challa, Shuri (Letitia Wright), su madre, la reina Ramonda (Angela Bassett), y en Okoye (Danai Gurira), quienes intentan proteger a su nación de Wakanda de distintos poderes mundiales que la amenazan tras la muerte del rey. Ninguna amenaza parece ser mayor que la de una nación desconocida hasta ahora y cuyo lider, Namor (Tenoch Huerta), los enfrentará con tal de proteger a su gente.

No deseo arruinar algún detalle de esta gran película para quienes aún no la han visto, por lo que me limitaré a admirar la manera creativa y a la vez honesta en la que se tradujo la pérdida real del actor en su personaje ficticio. La manera en la que su muerte impacta a cada personaje y a los eventos de la película es impresionante considerando que este no era el plan original del libreto. El tema del duelo es evidente en la película desde su inicio y se manifiesta de distintas maneras en los protagonistas, proyectando emociones muy reales como el dolor, la culpa, la frustración y hasta el deseo de venganza. La película llega a sentirse tan real que aparenta haber servido a los actores que formaron parte de la primera entrega como un vehículo para representar lo que estaban sintiendo.

Wakanda Forever va más allá del tema del duelo, pues también toca de manera muy interesante el tema de la colonización y el impacto que tiene en quienes se ven afectados por ella. En la pasada entrega de la franquicia conocimos a Wakanda, país ficticio que utilizó el poderoso recurso del “vibranio” para desarrollar una nación avanzada que se aisló del resto del mundo para protegerse de potencias invasoras que quisieran dominarlos y explotar sus riquezas. No es hasta el desenlace de esa película que el Rey T’Challa decide revelar la verdadera identidad de su país. En esta secuela descubrimos a una nueva nación con una historia similar pero que de la mano de su líder, Namor, toman una postura diferente.

Para hablar de Namor y de su nación, nuevos integrantes al Universo Cinematográfico de Marvel, es meritorio mencionar el origen de ambos en los cómics, pues varía grandemente. Siendo uno de los personajes originales de Marvel, Namor es el hijo mutante entre un humano y una princesa de la legendaria ciudad sumergida de Atlántida. Su historia fue replicada por la competencia de Marvel, DC, en el personaje de Aquaman, quien fue introducido en el cine hace varios años, por lo que Marvel decidió cambiar su historia de una manera que la hace mucho más interesante y relevante para los tiempos que vivimos y para esta misma película. Sin abundar mucho para conservar las sorpresas de la película, Namor y su reino ahora tienen un origen inspirado en la cultura Mesoamericana y que se remonta a la colonización española del siglo XVI. Este hecho guarda una gran relación con las posturas que Namor y su gente toman en la película, posturas que reflejan los traumas que quedan tras la colonización. De hecho, este nuevo origen se aprovecha para darle una explicación muy particular al nombre “Namor”.

La película es un gran logro por parte de Ryan Coogler, quien junto a Joe Robert Cole logra confeccionar una historia cargada de drama, acción e intriga que entretiene como cualquiera de las mejores películas del “MCU” pero a su vez impacta con lo emocional de su historia. La dirección supera el trabajo realizado en la primera entrega y la banda sonora resalta cada escena del filme. Su duración es extensa, pero la complejidad de su historia y la carga emocional del conflicto ayuda a mantenerte al borde de tu asiento de principio a fin.

Del elenco no se puede hablar suficiente para reconocer su gran trabajo. La primera figura en destacar y apoderarse de cada escena en la que aparece es la de Angela Bassett, quien impresiona al punto de hacer pensar en una nominación al Oscar. Letitia Wright no se queda atrás, evolucionando de excelente manera de un personaje secundario lleno de energía y comedia a una protagonista compleja, luchando con el dolor de su pérdida y las nuevas responsabilidades que recaen en ella.

La película no es perfecta. Entre su extensa duración, varios personajes que aportan poco a la trama y un tercer acto con demasiadas piezas en movimiento, el filme en ocasiones pierde fuerza, aunque nunca lo suficiente para aburrir o dejar de entretener. Sí se siente fuertemente la ausencia de Chadwick Boseman, quien daba un claro personaje central a la historia y cuya mezcla de carisma, fortaleza y humanidad brillaban en pantalla. Pero el elenco y la producción se unieron en una obra que logra lo impensable: entretener, proyectar un duelo con honestidad, provocar diversas emociones y a la vez honrar al rey caído.

Compañías: Marvel Studios, Walt Disney Pictures

Dirección: Ryan Coogler

Guión: Ryan Coogler, Joe Robert Cole

Género: Acción | Aventura | Superhéroes | Ciencia Ficción

Clasificada: R

Duración: 2:41

Calificación: 4.5/5