Hemos nacido en una generación que da por sentado a las películas. Ya sea en las salas más cercanas de cine, en la computadora, televisor o hasta el teléfono, siempre estamos a un sólo paso de ver un filme. Y en estos tiempos modernos, esperamos una cierta calidad particular en cuanto a efectos, actuación e historia, haciéndonos más exigentes como espectadores. Esto no está mal, pero a veces conviene dar un paso atrás y reflexionar sobre el origen del cine y cómo en ocasiones logra plasmar la esencia compleja de la vida. Empire of Light, largometraje que estrenó ayer en los cines de la Isla, nos remonta al pasado para explorar esa magia cinematográfica y su conexión con el drama que enfrentamos cada día.
Escrita y dirigida por el célebre cineasta Sam Mendes, Empire of Light nos transporta a la década de los ’80 en las costas del sur de Inglaterra, donde un hermoso cine antiguo se vuelve el escenario de un romance inesperado. Hilary Small (una maravillosa Olivia Colman) trabaja de manera rutinaria y desmotivada como una gerente de turno en el Empire Cinema, cuando un nuevo empleado de nombre Stephen (Micheal Ward) cautiva su atención y su inspiración. Poco a poco surge una relación entre ambos, pero una batalla interna de Hilary y un peligro constante en contra de Stephen amenazan su unión. A través de ellos y del resto del equipo que trabaja en el establecimiento, el filme cuenta una poderosa y conmovedora historia acerca de la conexión humana y la magia del cine.
Empire of Light tiene todos los elementos necesarios para ser un impactante y poderoso drama cinematográfico: un gran director, un elenco espectacular, escenarios hermosos y temas muy relevantes para la audiencia moderna, aún a pesar de situarse en el pasado. Lo curioso es que cada uno de estos elementos se unen para crear un filme que en lugar de grandioso, se siente personal, íntimo y con gran carga emocional. La película es ambiciosa en los diversos temas que desea explorar, pero a su vez aparenta en ocasiones carecer de una dirección particular respecto a varios de estos. Esto puede parecer un desacierto del filme para muchos, pero en su lugar ayuda a lograr algo que no muchas películas consiguen: sentirse como un pedazo de la vida real.
Los personajes que forman parte de esta historia se sienten vivos y reales, con problemas serios que deben enfrentar y reacciones comprensibles a ellos. Hilary, protagonista del filme, intenta llevar una vida normal y productiva pero una lucha interna con su salud mental impacta grandemente su vida. Stephen, hombre joven de raza negra, tiene que lidiar constantemente con el racismo violento e intimidante de quienes desean verlo fuera del país simplemente por su color de piel. Otros miembros del equipo de trabajo del cine enfrentan la soledad y errores que han cometido en sus vidas de la mejor manera que pueden, aunque no siempre de la manera correcta. Esto hace que, por el mucho o poco tiempo de pantalla que tengan, se sientan como personajes reales como los que nos rodean y de los cuales no siempre conocemos toda la historia.
Es en este punto en el que uno de los objetivos principales del filme se logra de una manera que hace reflexionar aún después de su conclusión: unir la complejidad de la vida a la magia del cine. Uno de los personajes explica la similitud en una cita que se puede disfrutar en uno de los primeros avances del filme.
En la cita, el proyeccionista del cine explica que las películas son solo cuadros estáticos separados por oscuridad, pero una falla en el ojo humano permite que al correr muchos de esos cuadros en secuencia se cree la ilusión de movimiento y por ende la ilusión de vida. “No se ve la oscuridad, sólo hay luz. Y nada sucede sin luz.” Esta es una cita profunda que adquiere gran valor con todo lo que se desarrolla en el largometraje, pero a su vez tiene un gran significado en la vida en general y es precisamente lo que Mendes quiere lograr al exaltar indirectamente al cine con esta película. El cine tiene la capacidad de proyectar pedazos de la humanidad, incluyendo nuestra oscuridad, pero no puede existir sin su luz.
Es definitivamente una manera muy curiosa de celebrar el cine pues no es mayormente a través de los personajes interactuando con alguna película. El que los temas que se tocan sean fuertes y por lo que las situaciones que enfrentan los personajes sean por momentos difíciles y hasta trágicas hace aún más compleja la celebración del cine. Pero es esa capacidad del cine de reflejar y proyectar la complejidad de la vida que se convierte en la celebración peculiar de este medio.
Uno de los mayores aciertos de la película es su elenco, pues desde su protagonista hasta sus personajes secundarios, cada interpretación destaca y ayuda a la sensación de intimidad y emotividad. Imposible no comenzar resaltando la majestuosa labor de la ganadora del Óscar Olivia Colman, quien probablemente ofrece una de sus mejores actuaciones al darle vida a la compleja, sufrida y poderosa Hilary. Su gran talento eleva cada una de sus escenas, en especial algunas en las que añade gran valor emocional a momentos posiblemente más ambiguos de la trama. Tener el papel co-estelar junto a Colman puede ser un reto difícil de superar para cualquier actor y más para uno con poca experiencia, pero Micheal Ward no solo lo logra, sino que brilla en el proceso. Ambos se unen para crear una dinámica de pareja que se siente real en su química, en sus dificultades, en su amistad genuina y en su crecimiento luego de las situaciones que enfrentan. Cabe destacar a Toby Jones, a Colin Firth y al resto del elenco por sus excelentes interpretaciones.
Empire of Light tiene grandes aciertos que se suman para transformarse en una experiencia cinematográfica muy conmovedora y emotiva. Bajo la dirección del experimentado Sam Mendes y las actuaciones impresionantes de Olivia Colman y Michael Ward, la película llega a la fibra emocional del espectador con una historia muy humana y conmovedora. No es una obra perfecta y en ocasiones parece perder un poco el rumbo de su narrativa, pero esto curiosamente la hace sentirse mucho más real y llegar profundamente al espectador. Al final, cuando se logra reflexionar sobre cómo el cine no sólo se vuelve una metáfora de la vida, sino que a su vez es un medio para compartir la montaña rusa de emociones que la caracteriza, la obra se vuelve una peculiar pero conmovedora oda al séptimo arte.
Compañías: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; Neal Street Productions, Searchlight Pictures. Searchlight Pictures (Distribuidora)
Dirección: Sam Mendes
Guión: Sam Mendes
Género: Drama | Romance | Época (80’s)
Clasificada: R
Duración: 1:55
Calificación: 4/5