Dicen que la ignorancia es la felicidad… y puede que sea cierto. ¿Cuántas veces por miedo no nos atrevemos a hacer lo que queremos? Quizás si tuviésemos a gente alrededor que nos inflara el ego con mentiras, nada nos podría detener, nada. Excepto la verdad.
“Florence Foster Jenkins” relata la vida de la socialité neoyorquina del mismo nombre del filme interpretada por Meryl Streep), quien durante la década de los cuarenta soñaba con convertirse en una gran cantante de ópera. Sin embargo, su ambición sobrepasaba su talento. Mientras que en su mente, Florence jura que su voz es hermosa, para el resto de la gente que la escuchaba era terrible. Su esposo St. Clair (Hugh Grant), hace todo lo posible por asegurarse de que su mujer nunca conozca la verdad: cuán malo canta en realidad. Cuando un día Florence anuncia sus planes para presentarse en concierto en el Carnegie Hall, St. Clair tendrá que enfrentar el mayor reto de su vida.
Si a Yma Súmac la conocían como el “Peruvian Songbird”, a Florence Foster Jenkins bien podría considerársele como la “American Song-Ape”, pues sus afónicos alaridos parecían más el grito de guerra de un simio. Y en esto consiste el grueso de la comedia de “Florence Foster Jenkins”. Las desafinaciones son graciosas al principio, luego llegan a ser algo irritantes y dejan de dar gracia por dos razones: 1) las primeras dos o tres veces resulta gracioso, luego cae en lo repetitivo. 2) desarrollas empatía hacia el personaje y ya no te quieres burlar más de ella.
Su canto era tan malo, que te preguntarás si verdaderamente esta persona existió. Y sí, tanto ella como St. Clair y su pianista Cosmé McMoon existieron. El filme relata bien su historia, creando un buen balance entre sus magistralmente absurdas interpretaciones y las peripecias que su esposo hacía por mantenerla en la burbuja del desconocimiento. De hecho, en ocasiones parecería concentrarse más en St. Clair, pues a él era a quien se le veía batallando con todos los inventos y tratando de mantenerse a flote en su mar de mentiras. No hay escenas de retrospectivas para mostrar el pasado de Jenkins. Más bien es ella misma quien habla de su vida en una que otra ocasión cuando alguien le pregunta. Por lo menos a mí me hubiese gustado conocer más sobre su pasado, y pienso que profundizar en el desarrollo del personaje me hubiese creado más empatía hacia ella. Pienso que hubiese dejado una mayor impresión en la audiencia verlo, que te lo contaran en un breve diálogo y ya. Creo que por eso, aunque me pareció triste su vida feliz fundada en mentiras, nunca me hizo un taco en la garganta ni me robó una lágrima el filme. Aún así, la historia está bien contada y la ambientación de la época también luce muy bien.
Meryl Streep hace un buen trabajo, Hugh Grant hace un papel muy similar a los que suele hacer, pero es efectivo en este, y Simon Helberg (de “The Big Bang Theory”) también hace un buen trabajo como el delicado pianista.
Aunque herirá tus sensibilidades auditivas, esta película es para amantes de la música, y es que, dentro de todo, la música, como dice Fito, “es solo una cuestión de actitud”.
Director: Stephen Frears
Guión: Nicholas Martin
Duración: 1:51
Clasificada: PG-13
Género: Biografía/Drama/Comedia
Calificación: 4/5