Los Pingüinos de Madagascar lleva casi dos semanas en los cines de Puerto Rico y los Estados Unidos, pero no fue hasta hace unos días que me animé a verla. La película gusta porque trata sobre personajes a los que les tenemos cariño, goza de un buen trabajo de animación y está compuesta de escenas dinámicas que mantienen al público entretenido. Sin embargo, opino que este filme animado falla en la narración de la historia y la traducción al español.
Narratología con tropezones
¿Ustedes saben lo que es el arroz con tropezones? ¿Ese que no puedes ni masticar porque cada vez que intentas aparecen diez granos crudos? Pues así es como describo la narración de Pingüinos: mal planificada, apresurada, poco cuidada y hasta sin sentido. Desde que empezó la película, sentí que había comprado un producto incompleto: hay demasiados diálogos y escenas forzados, acciones que ocurren como efecto de una causa floja o inexistente, personajes estereotipados de acuerdo a un modelo social machista y homofóbico… En fin, desde los primeros minutos de vídeo ya pensaba que lanzaron Pingüinos antes de tiempo (que lo dudo muchísimo, pero prefiero pensar eso para no pensar que los narradores no dieron el grado) o la crearon más por hacer dinero que una obra de arte.
Traducción que desilusiona
Me sorprendió muchísimo que un monstruo de la traducción audiovisual como lo es Disney lanzara al mercado un producto que no vaya a la par con el estándar de traducción que caracteriza la empresa y a la cual estoy acostumbrada. No quiero decir que la traducción haya sido terrible, porque no lo fue, pero sí creo que pudo ser mejor. Me gusta ver este tipo de animaciones dobladas al español porque la mayoría de las veces lo que hago es un análisis silencioso y en solitario de las técnicas de traducción que se usan para resolver problemas relativos a la traducción del humor, principalmente, y las peculiaridades de los hablantes. La mayoría de las veces considero excelentes esas traducciones, algunas incluso me sorprenden, porque pienso que yo no hubiera resuelto el problema con la misma destreza e ingenio. Esto, por supuesto, no sucedió con Los pingüinos de Madagascar. Me desilusioné al leer textos en pantalla que no contaron con subtítulos en español y al escuchar regionalismos de quién sabe dónde, chistes que no daban risa y unas pocas malas adaptaciones de mercado, sin tomar muy en cuenta el público principal: los niños.
En cuanto al trabajo de doblaje como tal, las voces en español se escuchaban muy por encima del resto de los sonidos de la película. No soy sonidista ni nada que se parezca, así que en este caso voy a dar el beneficio de la duda. Hay que ver si cuando la película de estos pingüinos salga a la venta ocurre el mismo problema o si, en efecto, fue defecto del sonido de la sala del cine.
Por cierto, Disney, hablo por muchos cuando digo que ya no queremos oír más la voz de menso de Eugenio Derbez. ¿Creen que pueden hacer un casting para nuevas voces? No olvidemos que en este extraño mundo todo fluye, se mueve, se renueva, se actualiza… y América Latina es enorme.